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Cuarto de invitados
Mercedes Ferrer, cantante
“La sensibilidad de los artistas está muy cerca de la alienación”
Por Esther Peñas
28/11/2011
Imágenes: Jorge Villa
Con permiso de Aurora Beltrán y Luz Casal, Mercedes Ferrer (Madrid, 1963) es la gran escudera del rock en nuestro país. Tras permanecer una larga temporada en Méjico, regresa a España con un nuevo trabajo, ‘Travesía,’ el séptimo de estudio en su haber. Un disco peculiar que desentona del estilo que acostumbra la madrileña.
Lo primero que llama la atención de ‘Travesía’ es el primor de los arreglos. Saxo tenor, violín, requinto…
Hay una influencia de música más tradicional, es el disco más dispar en mi carrera, el que cuenta con los arreglos y la instrumentación más sofisticada. Es un tanto caprichoso, lo he hecho con mucho tiento personal, con muchísimo mimo.
Aunque trató de concebirlo en España, finalmente ‘Travesía’ se alumbró en tierras aztecas…
Así es la vida del artista y, sobre todo, la vida de las canciones, que son independientes y díscolas. Así como mi disco ‘Tiempo futuro’ voló a Estados Unidos, donde lo grabé sin premeditación, ‘Travesía’ comenzó a gestarse, sin yo saberlo, a partir de 2004, momento en que mis viajes a Méjico eran constantes. De pronto surgió la oportunidad de grabar con la compañía ‘Arte Latino’ y aquí estoy, con este disco bajo el brazo que estaba predestinado a ser grabado y editado en Méjico…
¿Cree en el destino?
Sí, porque hay veces que por más que te empeñes en caminar por una determinada senda, por más que fuerces la máquina para enderezar el rumbo, la vida te lleva por otro lado, se revuelve y lo consigue.
¿Qué tiene Méjico que tanto fascina a los cantantes españoles?
Música, tiene un repertorio inmenso, muchísimos estilos y, lo que más maravilla es la riqueza de instrumentos que utilizan, instrumentos como la vihuela, el guitarrón, la guitarra de golpe, los requintos y otros muchos, algunos de ellos medievales, y aún así perviven. Aquí también tenemos instrumentos antiguos, pero nadie los utiliza para hacer música.
Quizás Amancio Prada…
Sí, pero en las rancheras su uso es recurrente.
Si no me equivoco, por vez primera en un disco de estudio, Mercedes Ferrer incluye una versión. Una insólita, de Ornella Vanoni, ‘Estúpidos’. Es obvio que no ha podido ser el azar el causante.
Nunca he hecho una versión, cierto, pero había llegado el momento. Como te dije antes, es un disco caprichoso, y este es un capricho más. Además, el tema cuadraba bien en el disco, tiene relación con el resto del repertorio.
Podría haber sido Patty Pravo, Mina, Iva Zanicchi… ¿por qué Ornella Vanoni?
¡Patty Pravo me encanta! Acaba de sacar un nuevo disco, ‘’Radio station’, el colmo de la modernidad… Siempre me ha gustado muchísimo Ornella Vanoni y, sobre todo, me motivó el hecho de que esa canción en concreto guardaba gran sintonía con el resto.
¿Por qué el rock es un género que no termina de arraigar en nuestro país?
No lo sé. Desde que era pequeña, tengo tres ídolos: The Doors, Dylan y Bowie. Aquí, por aquel entonces, se escuchaba a Los Pecos y a Miguel Bosé, así que en el colegio, en cuanto a gustos musicales, resultaba un bicho raro. En Méjico, en cambio, otra razón más para amar ese país, son venerados. En España calaron otros que me gustaban menos, como Patty Smith, Iggy Pop o los Rolling. Supongo que es cuestión de carácter.
Por cierto, ¿qué es lo que más y lo que menos le atraen del carácter español?
Creo que conocemos mejor nuestra idiosincrasia cuanto más viajamos… Te diré que el español tiene mucha clase, mucho porte, y que somos un país muy generoso, que acoge bien al extranjero. Somos gente muy trabajadora, pero sin tacto alguno. A veces, hasta resultamos bordes y secos. La amabilidad no es nuestro fuerte.
‘Todavía’ es un hermosísimo bolero que habla, como no puede ser de otro modo, de cómo ciertos amores persisten, a pesar del tiempo, la distancia, la ruptura. ¿Hay un único amor verdadero o puede haber más de uno?
El amor nos domina, más de lo que creemos, tendemos a negarlo porque no lo comprendemos, es mucho más que una emoción. Es todo. El fundamento de cualquier cosa. Es una fuente de la que nos hemos desconectado (o nos han desconectado, no lo tengo claro).
¿Habla de una desconexión de lo sagrado?
Sí, va por ahí el asunto. Hay algo sagrado entre nosotros. Estamos en un momento difícil en el que hemos perdido la conciencia que nos trasciende, lo que arranca la posible grandeza a la que podemos aspirar. Así estamos.
¿Se puede perseverar en el amor?
No lo sé… el amor o es un sentimiento universal o se convierte en una tortura humana; se puede aprender constantemente porque el amor es algo en continuo movimiento, y no sólo se ciñe a las relaciones de pareja. Si se entiende así, como amor conyugal, se queda muy corto.
Bueno, sigamos con su música. En ‘Creencia y caída’ habla de una “Europa que duerme, cayendo en su sueño ácido”. ¿Tiene remedio, Europa?
Estaba claro que Europa iba a caer, se veía venir, no debe sorprender a nadie, ha habido intentos de resurgimiento, pero el esplendor europeo dejó de lucir a partir de la década de los ochenta…
Otro gran tema es ‘Vuélvanse locos’, a ritmo casi de fox trot. ¿Mejor un loco a un cuerdo?
Sin duda. Para mí la gente que tiene un serio problema de salud es la que no vive de otra cosa que no sea el trabajo, que está conectada las veinticuatro horas a su móvil, a Internet, siempre ocupado… El estrés es una enfermedad endémica, sin cura y contagiosa.
¿Cuánto hay de locura en la creación?
Mucho. La sensibilidad de los artistas está muy cerca de la locura, de la alienación. Es fácil pasar al otro lado. Es un arma de doble filo. Esa sensibilidad extrema te muestra sensaciones, reflexiones, mundos que de otro modo no conocerías nunca, jamás los experimentarías y, por otro lado, te pasa factura todos los días.
¿A usted también?
A todo artista.
Hablando de locos egregios, usted ha trabajado con dos egos inmensos, Nacho Cano y Bunbury. ¿Cómo resulta el acto creativo con personalidades tan acusadas?
Con Nacho, maravilloso, somos muy parecidos en cuanto a la manera de entender la música, se aprende mucho de él. Es el tipo más trabajador que he conocido en mi vida, es incansable. Yo también lo soy. En este oficio necesitas trabajo, disciplina e inspiración. No sólo le admiro. Le quiero.
Vaya, ¿su silencio sobre Bunbury he de considerarlo como elocuente?
No tuve una relación tan larga con él como con Nacho. He colaborado en todos los discos de Nacho, mientras que con Enrique compartí una gira, ‘Freak show’, y había más gente: Iván Ferreiro, Nacho Vegas, Carlos Ann… además, yo estaba en un momento de transición no muy brillante en mi vida. Pero trabajar con Enrique me ayudó muchísimo en Méjico, donde es como Dios, alguien que despierta pasiones de una manera asombrosa. Te diré que es admirable lo que ha logrado Enrique. No hay ningún artista que haya conseguido el reconocimiento internacional que tiene él.
¿Es difícil bajar del escenario y dejar el personaje allí arriba?
Soy consciente del papel, así que procuro quitármelo cuando no estoy actuando. Pero a veces el papel te come, te roba partes de ti. Mi manera de seguir con los pies en la tierra es aferrarme a mi gente, mi familia y mis amigos.
Cuando uno tiene a su disposición ‘todas las calles’, utilizando el título de uno de sus temas, ¿cómo saber cuál es la correcta?
Siempre la más bonita. Hay dos tipos de calles, calles peligrosas con las que tienes que caminar con cuidado para evitar mordiscos, y calles que, desde que pones el pie en ellas, se entregan a ti.
¿Cuál es el mayor peligro para un artista?
Perderse de sí mismo, dejar de ser él mismo, desconectar demasiado de su propia esencia.
En ‘Alerta’ habla de dar valor al cuerpo y al corazón, de la responsabilidad de uno consigo mismo. ¿Está de acuerdo con esa canción de Humet que decía ‘tengo el valor de reconocer que no soy mi único dueño’?
No, la verdad es que tenemos que ser dueños de nosotros mismo al cien por cien. Eso cuesta. Pero nos conforma. A eso estamos llamados en esta vida. A ser nosotros mismos.
Otro bonito corte, ‘Sobre tu piel’, a propósito del hecho de recibir. ¿Qué nos resulta más difícil, recibir o dar?
Hay personas dadoras y personas recibidoras. Depende de la personalidad de cada cual resultará más fácil una cosa u otra. Las dos manera son válidas, pero lo mejor es encontrar el equilibrio.
¿Usted es más dadora o recibidora?
Soy más de dar.
¿Hay algo capaz de mellar la ilusión de un artista?
Sí, claro, mil cosas. A mí, por ejemplo, antes y después de los conciertos, me invade una tristeza infinita, un desencanto enorme, casi metafísico, porque en esos momentos pareces comprender todo…difícil de explicar.
Si se comprende casi todo, al menos es una tristeza fructífera, ¿no?
No, es una tristeza, tristeza.
¿Usted ha estado tentada de tirar la toalla alguna vez?
Todos los días. Como casi todos los artistas.
¿De veras?
Claro, no hay un solo día en el que no pienses que sería mejor llevar otro tipo de vida, un día en el que no vengan ciertos miedos, días en los que no te encuentres con fuerza insuficiente… porque esta profesión es de las más duras que hay, es como si tuvieras que hacer los planos de una casa y construirla por entero. Eres arquitecto, ingeniero, albañil, fontanero, decorador, diseñador… Pero con el inconveniente de que, por más que te esmeres, nunca sabrás si la casa que has construido aguantará. O por cuánto tiempo.
Para terminar, me gustaría saber de qué modo se calificaría…
Como una tía valiente. Que ha defendido su música, que ha sacado adelante sus propias canciones, que ha construido un buen repertorio. Diría que esta chica vale.